Una escribanía centenaria

Homenaje y celebración de los cien años de vida de la escribanía Novaro.

El 23 de noviembre de 1908 obtiene su matrícula profesional el escribano Carlos Agustín Novaro y da inicio a la escribanía que lleva su nombre. Generación tras generación fue madurando en cada uno de los integrantes de esta familia la vocación por el notariado. Es así que el hijo del fundador, Héctor Alfredo, continuó con la escribanía de su padre y la transmitió a quienes hoy la atienden con seriedad y profesionalidad ejemplar, que son el nieto y bisnieto del fundador, escribanos Héctor Rodolfo y Agustín Novaro.

En noviembre de 2008, a fin de celebrar tan magno acontecimiento, cien años de vida profesional, es decir la mitad del bicentenario de nuestra Independencia, los escribanos

Héctor Rodolfo y Agustín Novaro celebraron un cóctel en la sede de la escribanía al que concurrieron más de 400 personas entre colegas, amigos y clientes. En el mismo, distinguidas figuras del ámbito notarial dirigieron al público presente algunas palabras. En primer término lo hizo el Presidente Honorario del Colegio de Escribanos de la Ciudad de Buenos Aires, escribano Julio Aznárez Jáuregui, quien con su tradicional calidez se refirió a la trascendente celebración. Lo siguió el actual Presidente, Víctor R. Di Capua, el que con su habitual simpatía destacó la trascendencia de la familia Novaro dentro del notariado y el agradecimiento que la Institución le debe a todos ellos por haber colaborado desde sus orígenes, integrando institutos y comisiones, además de haber participado en la conducción de la Fundación y haber integrado el Consejo Directivo de nuestro Colegio. Finalmente, el Vicepresidente, escribano Gastón R. Courtial, entrañable amigo de la familia Novaro, con sentidas palabras habló sobre los Novaro y su actuación notarial con sentidas palabras.

El locutor Cristián Vidal fue el encargado de recordar las numerosas adhesiones y señalar la gran cantidad de obsequios de los concurrentes. En nombre de los empleados se expresó la señora María Marisol Velazco Álvarez, quien colabora hace 48 años con el escribano Héctor Novaro. Cabe destacar la afectuosa carta dirigida por la señora Alicia

Escobio Mujica de Novaro, madre y abuela de los actuales titulares de la escribanía, la que fue leída por la señora Alicia Novaro de Pisani. Más tarde el escribano Agustín

Novaro emocionado agradeció a la concurrencia su asistencia al acto y las manifestaciones de afecto recibido. Finalmente el escribano Héctor Novaro, que dedicó su vida al Colegio desde distintas funciones de la dirigencia notarial, con su proverbial simpatía y elocuencia se dirigió a los concurrentes con emotivas palabras.

El escribano Alberto Allende Iriarte, por estar ausente en el exterior, envió unas palabras que fueron leídas por el locutor. A continuación se transcriben extractos del discurso: “El azul violáceo de los jacarandá adornaba los bosques de Palermo en ese noviembre de 1908. Era presidente el doctor Figueroa Alcorta, único argentino que ocupó en vida tres poderes de la Nación. El país era fuerte, rico y seguro de su porvenir. Todo el país estaba pendiente de las próximas fiestas del primer centenario y se preparaba afanosamente para recibirlo. La Argentina ocupaba el séptimo lugar entre los países del globo. Los ciento veinte escribanos de la Ciudad de Buenos Aires, llevaban bien impresa las tradiciones notariales de los escribanos coloniales. El 21 de noviembre de 1908 Carlos Agustín Novaro, luego de haber realizado los años de práctica presenta su examen final aprobándolo satisfactoriamente. Luego de una destacada actuación profesional su carrera lo lleva en ocasión de cumplir sus Bodas de Plata profesionales, a ser señalado en la revista La Ley del 21 de diciembre de 1923 como`El bien calificado patriarca de los escribanos argentinos (…)’.

El 25 de Agosto de 1930, a los 25 años, recibía su diploma de escribano, con las más altas calificaciones, Héctor Alfredo Novaro. El escribano Novaro demostró su vocación por el estudio, con la publicación de su interesante obra, escrita junto al escribano Ricardo España Solá, titulada ‘Derechos Reales’. De inmediato se adscribió al registro 177 de su padre hasta que en el año 1939, por su fallecimiento, fue designado titular del mismo. Al inicio de su actuación, en septiembre de 1930, la revolución del general Uriburu pondría fin a una tradición democrática argentina, que junto con la crisis del mismo año, el advenimiento de la Segunda Guerra Mundial y la aparición de un fenómeno tan particular como el peronismo, transformarían al próspero país de su padre en una conflictuada república. En esa época el notariado argentino, compuesto por 240 escribanos en Buenos Aires, se fortaleció, perfeccionó y superó, gracias a una generación de hombres como lo fue la de Héctor Novaro. Así aparecieron los colegios notariales, las leyes registrales, la matriz mecanografiada, los testimonios fotostáticos, la ley de propiedad horizontal, y tantas otras disposiciones que modernizaron nuestra actividad. El 30 de abril de 1958 fuimos conmovidos con su absurdo fallecimiento, tenía tan solo 52 años.

Héctor Rodolfo Novaro, tercer escribano de la estirpe y actual regente del Registro 177, representa el exponente máximo de la caballerosidad y la rectitud y profesa un culto especial a la amistad. Cursó sus estudios primarios y secundarios en el Colegio Champagnat de la ciudad de Buenos Aires, habiendo sido el único caso en la historia de ese colegio que obtuvo ininterrumpidamente en ambo ciclos la medalla de oro en todos los años. También los tiempos que le tocaron vivir no fueron sencillos, inicia su actividad bajo la presidencia del doctor Arturo Frondizi. La gran actividad comercial, el auge de la propiedad horizontal y las inversiones de capitales extranjeros, hacían vivir a nuestra profesión, ya con 550 notarios en Capital Federal, un momento de euforia y optimismo. Pero nuevos tropiezos en nuestra vida política e institucional complicarían la actividad profesional.

En todo este lapso el notariado sufrió embates y ataques e inclusive luchas intestinas, que determinaron un proletariado profesional, compuesto hoy en nuestra metrópoli por casi 2000 escribanos que luchan con dificultad para ejercer su profesión. El 9 de diciembre de 1969 nacía Agustín Héctor Novaro, un nuevo retoño para el gran árbol que plantara su bisabuelo. Hacía escasos mese que el hombre había llegado a la luna, un mundo nuevo, inimaginable para nuestros mayores y, me animo a decir, poco comprensible para nosotros, se estaba presentando ante nuestros ojos. Estos cambios proyectaban una transformación política, económica y tecnológica, que daría por resultado transformaciones jurídicas, que los nuevos notarios deberán interpretar y organizar, a fin de seguir sirviendo a la sociedad. El advenimiento de la cibernética, de la informática de la robótica y de la contratación por medios sofisticados de comunicaciones impondrían nuevos interrogantes, que los nuevos profesionales, como Agustín Héctor Novaro, deberían solucionar en el diario ejercicio de la profesión. Agustín curso su carrera de abogacía en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Luego de ser adscripto del registro a cargo de su padre, obtuvo por concurso en el año 2001 la titularidad del reg. 1939, Agustín Novaro es un profesional con el perfil de su estirpe, pero es un estudioso notario que se ha especializado en la investigación de las nuevas figuras jurídicas utilizadas hoy en nuestra profesión. El notariado de la Capital Federal descansa tranquilo, sabemos que ante cada inquietud, cada incertidumbre o cada necesidad de notariado, como en los últimos cien años desde 1908 ininterrumpidamente, nuestra actividad contará con un escribano Novaro, para brindar su apoyo desinteresado, su mano amiga o su consejo sensato”.

Publicado en Revista del Notariado.  Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Colegio de Escribanos de la Ciudad de Buenos Aires, enero-marzo 2009, 895.

El escribano Agustín Novaro es abogado de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y encabeza el equipo de Ceriani Cernadas, Leyría & Novaro escribanos.